sábado, 28 de mayo de 2011

Porras literarias



Qué rabia. Acabo de perder la entrada por un fallo de blogger. Buff! Ya no sé lo que decía antes... Solo queda el título: Porras literarias. Hablaba en esa entrada triturada de que no creo demasiado en las batallas literarias, en la literatura militante. Prefiero estar en la calle. Sí, eso es lo que decía: que prefiero estar en la calle, una vez más delante de las porras volantes de la policía que encerrado en esta habitación revuelta, también insurrecta. La calle. Las plazas. Poco, muy poco tiempo para escribir. Si pudiera elegir la trinchera donde ubicarme eligiría otra que no fuera esta de ahora (la del teclado). Ahora bien, también existen porras literarias, y esa es otra guerra, quizá tan importante. En el mar de mierda de la literatura mercenaria abundan y crecen como ellas solas, las porras literarias, digo. Leed a Belén Gopegui y sabréis de qué os hablo. Leed con la mirada puesta en lo que os rodea y sabréis de qué os hablo. La policía de la literarura te sorprende detrás de, por ejemplo, la palabra productividad. La policía de la literatura aguarda en sus cuarteles y se despliega por las plazas de papel a la primera orden. Mejor deja tus ideas a remojo en el tendedero del balcón si quieres sumergirte en el bálsamo lacustre de la literatura de andar por casa. Mejor no te señales o sácate el carné del partido vencedor. El otro camino es más interesante pero mucho más jodido, eso tenlo claro. En el desierto uno puede ver como un padre de familia puede convertirse en un salvaje si le das un azucarillo con palabras como orden, ley, seguridad... Desde lejos se puede ver como ese ciudadano vestido con armadura de plástico reforzado se convierte en un guerrero garantista del establisment social... ¿A qué os recuerda eso? Sí, policías por todos lados, en las calles y en la literatura. Matrix. Porras voladoras como churros de chocolate: de madrugada, pero con sangre. En todos lados nos tendrán enfrente.

2 comentarios:

  1. Aunque podría sentirme completamente identificado con la emoción que describes, siento que aún habiendo muchos policías también hay más anarquistas que hace unos días. Y me he acordado de G.K. Chesterton y su pequeña novela (pequeña por el volumen) "El hombre que fue jueves", donde cuenta una bonita fantasía de poetas anarquistas y policías literarios.

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  2. Y policías entre tus parientes, y entre tus compañeros de trabajo, y entre tus vecinos, y entre los que crees tus amigos, y también entre los revolucionarios. Porque también entre estos últimos hay muchos que sólo quieren poder seguir sintiéndose integrantes de un sistema que les esclaviza a cambio de un empleo que les asegure la supervivenciaa ellos y a los suyos. Para esta legión de sumisos, vivir es una cuestión de economía, lo mismo que para el poder.

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