jueves, 4 de octubre de 2012

Los cables de Marker (el orden del caos)

i

Es un desorden, pero no es un desastre. El estudio de trabajo de Chris Marker es un vientre nuevo, un etos nutricio, un hogar contra el caos -ese sí- que hay ahí fuera. Los cables cruzados son el reflejo de la cordura más exquisita. Pasaría la noche entera refugiado en sus películas (si no hubiera prisas, escalofríos, ese dolor que antecede a la conmoción poética). Pasaría la noche dándole la espalda a ese verso que me atraviesa a cada tanto. No sé por qué... Cómo dejarlo atrás... No sé si está la tierra seca pero yo escribo. No callo, menos ahora. Tengo la sensación de que se acabó la tregua. Sé que ya no hay posibilidad de retorno.

ii

Una habitación grande. Libros, ordenadores, revistas de historia, discos... Una habitación grande y unas manos, nunca su rostro, que son las manos de la esperanza: el hombre solo capaz de hacerse ancho sin perder la conciencia de su raquítica mismidad. Y el gozo de hacer lo que uno quiere y solo eso. La razón del que no molesta a nadie y suma y sabe que la belleza nunca estorba, porque conmueve y aligera y nos da esperanza, aunque solo si sabemos mirar. Me dejé la piel intentando aprender esa lección. A veces lo paladeo. Lo de menos es la condición del antropólogo. Lo de más, por supuesto, las herramientas nuevas que desde hace poco estrenas. Tus ojos atravesando el flujo sanguíneo de su arteria principal. Es el mundo: lo miras, palpita y lo sientes dentro. Ni siquiera mis palabras podrán hacerme daño (al menos hoy).

iii

Debajo de una revista, la foto de una mujer. En la pared la fotocopia de la página arrancada de un viejo cuaderno. Alguien pulsó el play. Le dio sin querer. Estaba aquí, de nuevo, tu media sonrisa no pudo desalojar la melancolía, aquella sensación parecida a mirar el mar cuando ya no queda nadie y hace frío y es invierno. Ciudades costeras abandonadas. Aquel personaje del cuento que lo dejó todo para poder escapar. Estrella distante, las páginas finales de ese libro donde B da caza al poeta nazi, el torturador. Playas vacías... Cortas el hilo. Vuelves a Marker. La vida, esa maraña de cables, contra el absurdo, la confusión real, el verdadero espanto. Ves un camino. Crece. No te da miedo el caos. Recuerda las palabras de Reclús. Aquello de la A dentro de la O. Has apostado fuerte. 

1 comentario:

  1. Los documentales de Agnès Varda consiguen algo muy difícil en el documental, algo hipnótico. Te recomiendo "Les glaneurs et la glaneuse", donde creo que plantea un poco su tesis como documentalista. El tipo de pensamientos e ideas que le vienen a uno son más o menos como tu texto, sin miedo ante el caos (eso nos lo deberían enseñar de pequeños en la escuela, en vez de tanto orden).

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