viernes, 28 de febrero de 2014

Breve apunte sobre La Repoblación, de José Ardillo


Esperaba más, desde luego, pero no esperaba menos. Decir eso de un libro, bajo mi punto de vista, ya lo justifica. Yo quiero una buena historia. Y además quiero que me la cuenten bien.

No me canso de leer literatura distópica. La repoblación, de José Ardillo, ha sido el último libro que he leído de este género. De nuevo la recurrente historia del lado oscuro de la revolución triunfante. Como en tantas otras novelas de este tipo, el poder y la corrupción inherente al mismo aparecen como ejes centrales de una narración bien estructurada, aunque quizá demasiado ligera.

Otro pero: demasiadas erratas; algunas imperdonables.

Y otro más: su estrechez; pues pareciera una novela escrita para el entorno militante.

No obstante, merece la pena leer el libro. Nos interroga y contribuye a poner en solfa algunas de nuestras certezas.También nos pone en sobreaviso. Contribuye a plantarnos una seria reflexión a propósito de la idea de progreso y, en ese sentido, contribuye a desmitificar los proyectos socialistas, de ahora y siempre, cimentados sobre la base del crecimiento ilimitado, la centralización político-económica y el desarrollo tecnológico al servicio del confort.

Por si fuera de vuestro interés, os copio el resumen que aparece en la cubierta:

En el reino de Harzan la revolución ha triunfado. Un nuevo mundo lucha por abrirse paso entre las ruinas del viejo régimen. La Nueva Cámara quiere imponer en el país un nuevo pacto económico y político que cambie las formas de los paisajes y los destinos de sus pobladores. Si en ciertas regiones las comunidades son capaces aún de sostenerse con los elementos naturales que les son más cercanos y accesibles, es necesario entonces destruir esta frágil solidaridad. Por todas partes es necesario imponer el reino de la Razón, la Libertad y el Progreso. 

En La Repoblación asistimos a la colisión entre dos mundos: la modernidad centralizadora y productivista contra los restos de un mundo disperso, rudo y autárquico. El protagonista, el joven Serban, enviado por el nuevo gobierno a la región de Molh-Dar, experimentará en sí mismo este enfrentamiento, esta divergencia de espacios y épocas. 

La Repoblación es pues un relato imaginario, una fábula, pero una fábula que intenta combatir esa idea tan extendida de que la historia progresa siempre en un sentido favorable a la humanidad.

domingo, 23 de febrero de 2014

Plop


Hoy solo vamos a hablar de un libro. En concreto, hoy solo vamos a hablar de Plop, la oscura novela del escritor argentino Rafael Pinedo. En España ha sido publicada por la editorial Salto de Página, que la editó a finales de 2007. 

Plop es una novela distópica inusual. La trama se sustenta en la historia de un personaje que asciende socialmente hasta convertirse en el reyezuelo de un extraño clan de desarrapados. El marco donde se desenvuelve la historia permanece desdibujado. Efectivamente, el paisaje donde crece la narración parece arrasado por alguna especie de cataclismo de origen incierto. Todo lo que vemos, por el contrario, es un mundo lleno de barro, donde los hombres sobreviven agrupados en clanes que parecieran sobreponerse a las circunstancias utilizando diferentes estrategias. En ese sentido, Plop es la historia de uno de esos clanes y, más concretamente, la historia de uno de sus líderes. 

Como decíamos anteriormente, es la historia del ascenso social del personaje principal la que sostiene la novela; un argumento que, contado a la manera de Pinedo, tiene algo de ensayo antropológico cuyo carácter ficcional pareciera no restarle verosimilitud. Por eso mismo, no sería demasiado aventurado leer la novela de Pinedo como un breve trabajo de antropología-ficción, donde, acaso una vez más, el papel protagonista recaiga de manera soterrada en la misma especie humana. 

En otro orden de cosas, un aspecto que llama la atención es el estilo seco y despegado de Pinedo. Un estilo que, al menos en nuestra opinión, posibilita un acercamiento a la historia poco mediatizado por elementos externos a la propia lógica interna de la narración. Finalmente, quizá sea el final del libro el aspecto menos cuidado de la obra, pues a pesar de adoptar una sugerente estructura circular, pareciera no haber agotado la potencialidad de una historia que probablemente hubiera merecido un recorrido mayor. No obstante, os invitamos a leer esta interesante obra.

- Reseña publicada en el número 5/10 del fanzine COTARRO.

lunes, 3 de febrero de 2014

Angustia


«¿Qué hacer?». Eso es lo que se pregunta Claudio. Al fin ha llegado la carta que estaba esperando desde hacía tanto. Ya la tiene entre sus manos. Esta mañana, al venir de correr, se ha encontrado con el cartero en el portal y se ha dado cuenta de que la carta que echaba en su buzón era la esperada, porque solo ella utiliza esos sobres de papel reciclado de color gris. Pero ahora todo son dudas. Mejor será, se dice, que me duche y me vaya al trabajo antes de que se haga tarde. Y así lo hace. Deja la carta encima de la mesa y se marcha a la oficina. 

La mañana transcurrirá entre nervios y un sentimiento pesado y turbio que le hace perder la concentración con facilidad y que le provoca náuseas. Al llegar a casa, sin embargo, la situación empeora y no tiene más remedio que vomitar. Al salir del servicio, ve la carta sobre la mesa del salón. Mientras se seca el sudor con una toalla, mira a su alrededor y comprueba, no sin cierta satisfacción, que la casa está visiblemente sucia. Sin pensárselo dos veces, se pone a limpiar. Quita el polvo, ordena, barre y friega a fondo la cocina, sus dos habitaciones, el despacho donde tiene su pequeña biblioteca, el pequeño balcón y, ya para terminar, el salón y los pasillos. Lo limpia todo, absolutamente todo, menos la mesa sobre la que está la carta. La mira y toma una decisión. Al subir una persiana, comprueba que se está haciendo de noche. Antes de echar un poco de limpiador sobre la mesa, agarra el sobre y luego pasa un trapo. Cuando acaba, se dirige a la cocina y tira la carta sin abrir al cubo de basura. Luego echa encima toda la mugre del recogedor. Cuando al fin se tira en el sofá, Claudio agradece que después del ejercicio se le hayan pasado las náuseas.


* La imagen que acompaña este post corresponde a un cuadro del jienense Santiago Ydañez.