viernes, 23 de diciembre de 2016

Regresa a casa


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2666 regresa a casa. Hace unos años le dejé el libro de Bolaño a uno de mis mejores amigos y hoy me lo ha devuelto. Ha sido capaz. Tampoco ha pasado por encima la parte de los crímenes, esas casi cuatrocientas páginas que mapean el horror de la frontera norte mexicana. Antonio, mi amigo, es un héroe de los que ya no quedan. Capaz de merendarse cincuenta libros al año, tiene fuerza para currar más de sesenta horas a la semana. 

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Antonio ha sido capaz de leer el libro. Pero quién lo haría, es decir, quién sería capaz de leer pacientemente un libro de 1125 páginas. Es más, quién sería capaz de leer un libro así hoy, cuando la narrativa también ha sucumbido a la thermomix y solo se degluten las novelas fáciles. Mal asunto el de alimentar la equivalencia entre lectura y ocio.

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Uno de los mejores libros de Bolaño escondido dentro de otro. Se lo he dicho a mis amigos en más de una ocasión: La parte de los críticos, el primer libro de los cinco que componen 2666, me parece de lo mejor que ha salido de las manos congeladas del autor chileno. 

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Y ahora no sé donde ponerlo. Cuál será su biblioteca, desde que rincón velará por nuestros sueños... No sé. Seguramente me siga alimentando sin tan siquiera yo saberlo. Solo me hace falta asomarme a alguna página doblada para intuir lo que hay detrás de cada subrayado pretérito. Como este: Los remordimientos desaparecieron como las risas en una noche de primavera. Cuánta vida junta.